Quizá sea Él

Recuerdo cuando la vida
sabía a poco,
cuando los sueños
se quedaban cortos.
Recuerdo cuando todo era
promesa, incertidumbre,
cuando todo recién amanecía
y sombras largas
se extendían delante.
 
Recuerdo ser llamado
sin saber muy bien a qué,
ni dónde o cómo,
y no poder huir
ni resistir,
¡porque venía de tan hondo la Voz
que tenía que ser cierta!
 
Recuerdo prometer,
reír, llorar.
Recuerdo un imposible gozo
en el pecho.
Recuerdo haber soltado,
haber caído,
haber llegado al fondo
de mi abismo
y ver un Rostro nuevo.
 
Recuerdo aquellos pasos,
los primeros,
a tientas, boquiabierto,
sabiéndome un almendro
apenas florecido,
un niño balbuceando
su Misterio.
 
Todo ha cambiado,
y nada;
y soy el mismo
y nada
sigue igual.
Un sediento, un buscador:
como siempre,
más que ayer
y menos (¡por favor!)
que mañana.
 
Si a ti también
te sabe a poco tu vida,
y tienes sed, y hambre,
y sueño, y te arden
las entrañas y el alma,
y no encuentras la paz
y no sabes por qué…
 
Quizá sea Él.
 
Quizá también en ti
esté amaneciendo,
resucitando su Voz dormida.
Quizá también te quiere
para el milagro de milagros
que es poner su Amor
en nuestras manos
desnudas, rotas, vacías,
y sanarlas, y sanar otras
manos, vidas, heridas.
Quizá también en ti
va a cambiar todo
y nada,
y serás siempre tú,
y serás Él,
a tu manera.
 
Quizá sea Él.
No temas.
 
Él lo da todo
y no te quita nada.
Él te quita todo
y lo devuelve
más hondo, más pleno,
más suyo,
más tuyo.
 
No temas.
 
Quizá sea Él
quien llama.
Quizá seas tú.
a quien llama.
 
No temas.

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