Vanidad es creer
que yo solo cambio el mundo
con mis propias fuerzas,
y querer ser recordado para siempre;
pero no ser una gota
de tu Río que abreva el mundo,
ni semilla que se entierra
hasta crecer y dar tu Fruto.
Vanidad es aferrarme a mis planes,
imponer mis perspectivas,
y querer canonizar mis opiniones;
pero no permanecer
en tu Verdad que permanece,
cantando en tonos diferentes
para cada tiempo su única Respuesta.
Vanidad querer que el sol
y que la luna y las estrellas
y el mundo entero
salgan y se acuesten a mi ritmo;
pero no detenerme a ver atardeceres,
ni asombrarme de que el ciclo se repita
y acordarme que eres fiel a tus Promesas.
Vanidad soñar que el viento
y las personas
giren siempre en torno a mí,
de sur a norte,
para cumplir mis caprichos;
pero no ver tu Presencia en brisas suaves,
ni dejar que el viento barra mis rencores
y me limpie el polvo sucio de egoísmos,
y se lleve como arena mi tristeza.
Vanidad es pretender
que todos los ríos de afecto
llenen sólo mi abismo insaciable;
pero no beber de a gotas
tanto Amor inmerecido,
que me colma poco a poco
y me desborda,
para darte a mis hermanos
cada día.
¡Vanidad creer que te entiendo,
como Herodes, que te abarco
y te aprisiono entre mis manos!
¡Vanidad creer que me entiendo
cuando tanto es paradoja,
cuando todo es siempre nuevo!
¡Vanidad es creer que puedo
agotarme de sorpresas!,
cuando Tú eres siempre Joven,
cuando Tú eres siempre Amigo,
cuando Tú estás hecho Carne y hecho Pan
y vienes, sin que yo lo pida,
a ponerte entre mis manos.
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