Secundum Cor Tuum

Haz, Señor,
nuestro corazón
semejante al tuyo.

Expande sus fronteras:
que recorra mar y tierra
abierto siempre de par en par, 
sin rechazar morada alguna
y haciendo de su sencillez un hogar.
Cura toda su ceguera
y despierta sus sentidos:
nunca agotes sus sorpresas.

Un corazón pobre,
cuya mirada sea constante
y a los ojos;
que se ponga de rodillas
para abrazar a quienes viven
en la falsa soledad
que el mundo les ha impuesto.

Un corazón de hijos
que se lance sin certezas al vacío,
que penda del hilo infinito, irrompible,
de tu Misericordia.
Un corazón infantil,
que se sorprenda, 
que se encienda.

Un corazón que sea espejo,
que sea ventana,
cuya única riqueza
sea el Amor que la atraviesa
y da color y da sentido
tras la noche,

Rincón de tu Presencia,
guarida de tu Fuego,
crisol donde se funde
la pequeñe humana
en la infinita Llama 
de tu Misericordia
y se hace Alianza para el mundo.

Haz que se quiebre la dureza
que quisiera imponer la indiferencia.
Renazca de su polvo
un corazón como de cera:
dócil en tus manos, 
ardiente para los hermanos.

Pase a ser carne la piedra,
y que lata al compás tuyo:
vibrando con los mismos amores,
llorando las mismas lágrimas,
sufriendo los mismos dolores,
librando las mismas batallas.

Hágase la carne pan
que, partiéndose en Amor 
todos los días,
le descubra tu vida al mundo.

Hágase el corazón canto
que proclame tu grandeza al universo
y sea testigo de tu Gloria
para el pobre.