En estas latitudes, a estas alturas del año, la oscuridad sigue envolviendo mis pasos cuando camino hacia el hospital en torno a las 7 de la mañana. El frío del otoño mendocino (que a esa hora me recuerda los más crudos inviernos mexicanos) me va mordiendo los talones, y yo aprieto el paso para llegar cuanto antes a la calidez que da refugio a cientos de niños que se hallan ahí, recuperándose de enfermedades de todo tipo, algunas de las cuales aún me cuesta pronunciar. Cada mañana voy más o menos perdido en mis profundidades, murmurando entre dientes el Rosario. Y cada mañana, entre las pocas cosas que aparta mi mirada del camino, está el cartel de una calle que se llama "Soldado Desconocido."
Tras un par de meses de pasar por esa calle a diario, me ha dado por pensar que todos los días voy al encuentro de decenas de éstos. Soldados desconocidos que luchan por vivir. A veces es una batalla más "sencilla" que dura algunos días, y que deja como rastro una pequeña cicatriz en el costado derecho. Otras, la lucha deja más huella, y quedan quizá unos clavos en la pierna y una espalda adolorida tras pasar un mes en cama. Están también esas auténticas guerras de meses, de años, contra enemigos de nombres tristemente célebres como el cáncer o la fibrosis quística, guerras en las que un momento puede significarlo todo.
En nuestro interior, algo nos dice a todos que los niños jamás deberían librar esos combates. Pero no, no voy a entrar ahora en la polémica de por qué Dios lo permite. Quiero solamente decir que lo que he visto en los ojos de esos niños no ha sido la duda, ni el desánimo, ni una ventana al abismo de la muerte. Ha sido una voluntad de vivir impresionante, como un fuego que se aferra a la vida y que dará todo, todo, en la lucha. Ha sido una ventana al Corazón de Dios, que en esos misterios también quiere mostrarnos su Amor, aunque cueste más asimilarlo.
Ha sido una voz, que primero ha susurrado, luego gritado y ahora me canta en cada instante las palabras de una canción en catalán, que me encanta: "La vida és per sentir-se viu!" La vida que tenemos es para hacerle honor a esos soldados...para vivirla, sintiéndonos vivos, sintiéndonos agradecidos por estar vivos. Para vivirla amando, amando en cada instante, y así sentirnos vivos.
Tras un par de meses de pasar por esa calle a diario, me ha dado por pensar que todos los días voy al encuentro de decenas de éstos. Soldados desconocidos que luchan por vivir. A veces es una batalla más "sencilla" que dura algunos días, y que deja como rastro una pequeña cicatriz en el costado derecho. Otras, la lucha deja más huella, y quedan quizá unos clavos en la pierna y una espalda adolorida tras pasar un mes en cama. Están también esas auténticas guerras de meses, de años, contra enemigos de nombres tristemente célebres como el cáncer o la fibrosis quística, guerras en las que un momento puede significarlo todo.
En nuestro interior, algo nos dice a todos que los niños jamás deberían librar esos combates. Pero no, no voy a entrar ahora en la polémica de por qué Dios lo permite. Quiero solamente decir que lo que he visto en los ojos de esos niños no ha sido la duda, ni el desánimo, ni una ventana al abismo de la muerte. Ha sido una voluntad de vivir impresionante, como un fuego que se aferra a la vida y que dará todo, todo, en la lucha. Ha sido una ventana al Corazón de Dios, que en esos misterios también quiere mostrarnos su Amor, aunque cueste más asimilarlo.
Ha sido una voz, que primero ha susurrado, luego gritado y ahora me canta en cada instante las palabras de una canción en catalán, que me encanta: "La vida és per sentir-se viu!" La vida que tenemos es para hacerle honor a esos soldados...para vivirla, sintiéndonos vivos, sintiéndonos agradecidos por estar vivos. Para vivirla amando, amando en cada instante, y así sentirnos vivos.
Me encantó!
ResponderEliminarSanti! Que increíble experiencia!! Que Dios te siga iluminando es este maravilloso camino que acabas de emprender. El mundo necesita más y más "Santis".
ResponderEliminarTe extrañamos mucho!!!!
San, te queremos y extrañamos mucho. Tus primas y Vero te mandan muchos besos. Recibe un abrazo muy cariñoso.
ResponderEliminarToño
Que hermoso Santi! Muchas bendiciones, un fuerte abrazo desde Asuncion, de parte de todos los Jacquet!
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