Autoacusación

Se te acabaron los versos,
se te agotó la inspiración;
aunque tengas papel y pluma
ninguna Musa está a tu lado.

Falso poeta:
dejarás de esclavizar
a los hombres
con tus palabras 
vacías.
Dejarás de contarles
esos sueños y locuras
que quedaban
prisioneros de la tinta.
Secaron las vanidades
del mundo el manantial
que llenaba de frescura
tus ideas.

Te has quedado mudo 
ante el muro de lo incierto.

¿Es que le temes, 
cobarde,
a la verdad,
a la belleza?

¡No te engañes, 
falso poeta!

¿Acaso no añoras
la libertad
de extender las alas
de tu pensamiento
y alcanzar la cumbre 
de la imaginación?

Anda, toma ya tu pluma
y desnúdate un poco el alma.

Desgárrate el corazón
y déjalo hecho añicos
sobre el papel.

Sabes bien que el infinito
se esconde
tras las dulces notas
de un poema.
Búscalo,
y baja las estrellas
del cielo,
para que iluminen 
cada letra,
y así penetren tus palabras
las piedras que se alojan
en el pecho de los hombres.

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