Soy, Señor, un suspiro
de aquel viento que le dio
la vida al mundo entero.
Soy una gota de tu
inagotable marea,
un grano de arena en la
playa sin fin que eres Tú.
Soy una chispa sobre
leña seca que transformaste
en hoguera incandescente,
soy la danza del fuego
de una vela que alcanza
a un millar de corazones.
Soy luz del mundo,
que atraviesa la oscuridad
y penetra los rincones del alma.
Soy el eco de esa Palabra
hecha carne que erosiona
los corazones de piedra.
Soy la oveja perdida del rebaño,
un arbusto en un prado infinito.
Soy levadura del
pan de cada día,
soy la sal de la tierra.
Soy menos de un segundo
de tu eternidad,
menos de un latido
de tu infinito corazón.
Soy, Señor, esclavo
eterno de tu Amor.
Soy la paja que acogió
tu peso de niño,
un rayo de la estrella
que guió al mundo hacia Ti.
Soy una nota del canto
de los ángeles, un paso
apresurado de los pastores.
Soy el tintineo del oro,
el aroma del incienso,
la esencia de la mirra.
Soy un instante de tu vida
vivida en Amor incesante.
Soy agua muriendo por ser vino,
ceguera que añora los colores
y pies que extrañan el sendero.
Soy un pez y un pan,
una ola que mece tu barca,
una gota de lluvia en
la tormenta que calmaste.
Soy un enfermo que busca
médico para el cuerpo y el alma,
un muerto que espera
que lo devuelvas a la vida.
Soy el suelo alegre
bajo tus pisadas,
la palma que aclamó
tu llegada.
Soy la oscuridad de
la última noche,
una solitaria moneda de plata.
Soy una migaja de tu Pan,
un sorbo de tu Vino,
un bocado de la Vida Eterna.
Soy un olivo de aquel huerto,
una piedra que oyó
tu divino llanto.
Soy el beso del traidor,
soy antorcha, soy espada,
soy oreja que escuchó tu Voz.
Soy un minuto de soledad
en el calabozo, una mirada
que aún creía en Ti.
Soy el canto del gallo
y la condena.
Soy la búsqueda de la Verdad.
Soy el chasquido del látigo,
y un hilo púrpura de tu manto.
Soy la voz que clamaba por tu sangre,
y una gota de tu sangre
derramada por Amor.
Soy un guijarro afilado
del Camino que recorriste
con mis pecados a cuestas,
la saliva y el polvo de tu Rostro.
Soy el hombro del Cireneo,
el suave lienzo de Verónica.
Soy una espina de tu corona,
una astilla del madero cruel.
Soy el clavo frío y despiadado,
la punta de la lanza que alcanzó
tu corazón detenido.
Soy la angustia de tu Pasión
y el silencio de tu Muerte.
Soy el triunfo secreto
de la madrugada,
la gloria de todos tus misterios.
Soy la alegría que se contagia,
soy fe viva, esperanza infinita
y amor absoluto.
Soy el sueño alcanzable,
la lucha que purifica,
los golpes que templan carácter,
el calor que forja un alma.
Soy la libertad que se gana encadenado,
la felicidad de un hombre enamorado.
¡Soy, Señor, un poco de Ti!
Soy, Señor, esclavo
eterno de tu Amor.
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