Algún día me quedaré ciego

Algún día me quedaré ciego por ver la belleza del mundo. Me quedaré ciego por mirar fijamente al sol durante media hora mientras desciende hacia el horizonte, mientras se convierte en un círculo naranja que tiñe al cielo y a las nubes de rosa, amarillo y verde. Me quedaré ciego por buscar estrellas fugaces durante horas en la negra bóveda de una helada noche de invierno. Me quedaré ciego por sumergirme en las azules aguas del mar con los ojos abiertos para contemplar su inmensidad profunda. Me quedaré ciego por dejar que la lluvia me golpee los ojos cuando cae despiadada sobre el mundo en una tarde. Me quedaré ciego por contar los colores de las hojas de un bosque en un otoño. Me quedaré ciego por tomar flores entre mis manos y perderme en la complejidad de sus pétalos, por seguir con los ojos a una hormiga en su minúsculo sendero, por intentar descubrir el universo que contiene una concha en la playa. Me quedaré ciego por no poder apartar la mirada del fuego que danza en una chimenea y que al crepitar entona una canción que enamora. Me quedaré ciego por leer en lugares sin luz cuando viva ya dentro de un libro y no en este mundo, cuando una historia me atrape y consuma mis energías y domine mis sentimientos.  Me quedaré ciego por escribir algunos versos a la luz de una pálida lámpara o de una vela moribunda; pero es que los mejores versos se escriben de noche...Me quedaré ciego por pasar noches en vela al lado de mis amigos, contándonos historias y soñando infinitos sueños juntos. Me quedaré ciego por llorar de alegría o de tristeza con mis hermanos, por concentrarme para descifrar un sermón de mi padre o de mi madre, por mirar sus inmortales sonrisas. Me quedaré ciego por perderme en la profundidad de esos ojos de color indescriptible que se adueñaron de mi alma hace tiempo. Me quedaré ciego por rezar a solas, de noche, cuando el mundo duerme, fijando la mirada y el corazón en un viejo crucifijo que es prueba de Amor.

Sí, algún día me quedaré ciego. Pero no importa. Sabré que después de todo esto que me ha dado la vida, no me debe nada más. Y cuando mis ojos se cubran con una negrura irremediable, mantendré en mi rostro una sonrisa, porque aún seguiré viendo, en algún lugar de mi memoria, la infinidad de recuerdos que son hoy las razones de mi felicidad.

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