Bueno, pues ha venido más rápido de lo que esperaba. He aquí un intento de plasmar en palabras sin sentido la respuesta de amor que me ha dado la vida cada vez que yo le canto mi reclamo. Supongo que a cada uno nos responderá de maneras distintas...pero tal vez esta sea al menos parte de la respuesta que alguien ha estado buscando:
Me preguntas, hijo mío,
Me preguntas, hijo mío,
lo que quiero de ti.
Me acusas de ser ladrona
de tus sueños y sonrisas.
Me gritas y me insultas,
y me escupes en la cara.
Reclamas que nada te he dado
más que un látigo en la espalda,
mil piedras en el pecho
y un mar seco para que lo llenes
con las perlas de tus ojos.
Dices que soy tu prisión,
que quiero que te lances al abismo
y que seas presa
de sus fauces asesinas.
Quizá ya sabes que mientes
al proferir con dulces labios
tu hiriente letanía.
Quizá en tu interior
(sí, muy adentro)
entiendes que es locura.
¿No lo ves?
Desde que vieron tus ojos el día
ha brillado para ti
mi más inmensa sonrisa.
Te has puesto tú
ese velo en los ojos
para no ver la verdad,
y te has enterrado tú mismo
en tu egoísmo
porque le temes a las estrellas
y al sol.
Con tu preciada libertad,
que yo no toco,
has elegido encadenarte
a lo mundano y a ti;
parece que tu alma,
oculta en tus profundas cavernas,
prefiere los pasos de un esclavo
al vuelo de la libertad.
Te lo digo con amor,
porque sé que a veces
no lo entiendes:
los muros los has alzado tú,
y la fuerza que te impulsa es la mía.
Yo soy el respiro que llena
tu pulmones,
que les da una bocanada
de frescura.
¡Y perdona si es tortura
querer que emprendas el vuelo!
¿No llora el bebé
al llegar a la vida,
no sufre el salmón
al luchar contra el río?
Si no lo hicieran,
se apagaría en ellos
la llama eterna.
¡Y disculpa si es insensatez
cargar en mis hombros
las columnas que sostienen
tu delgado sendero
cuando quieres que se derrumbe
y seguir al vacío
a quienes con tu indiferencia
hiciste a un lado!
He puesto a tu lado
a cien mendigos
para que te sonrían
cuando tú les des
una moneda y los buenos días.
¿Olvidas tan pronto
el apoyo de tu padre,
el cariño de tu madre,
la dulzura de tu hermana
y la risa de tu hermano?
¿Le das la espalda
a ese amigo que te escucha,
que ha llorado y reído contigo,
que mil veces te debe la vida
y que mil veces por ti la daría?
Te he regalado
la nieve blanca del volcán,
la brisa suave del otoño,
el suave tacto de la lluvia
y los besos de la espuma del mar.
Contigo,
catorce billones de pies
recorren el mismo sendero.
Si me abandonas,
será atravesarme el corazón
con hierro helado,
quemarme el cuerpo entero
en un infierno.
Te doy los remos
del amor y la verdad.
¡Rema contra las corrientes
oscuras del mar!
¿Te das cuenta ya
de que cuando pises
tierra firme,
valdrá la pena?
Serás el rey que les sirva
a los millones que guardaron
tu sonrisa en su corazón.
Aquí tienes, hijo mío,
tu respuesta.
Mas no la entierres:
llévala contigo al cielo,
sea la estrella del navegante
y la espada del que lucha.
Wow Santi. Te lo digo de toodo corazón, eres una persona grandiosa, en todos los sentidos. Me gustaría muchísimo estar más cerca de ti, pero no se puede. Lo que te puedo decir, es que no sueltes a Dios y sigas siendo la persona maravillosa que eres. Dios te bendiga muchísimo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias! Me motiva mucho recibir comentarios como éste...pero, ¿me podrías decir quién eres, por favor? :)
ResponderEliminarNo Santi, siento en verdad no poder hacerlo. Pero, Santiago, te digo desde lo más profundo de mi corazón, eres impresionante. Sé valiente, sé fuerte, sé un guerrero de Dios. Existen personas con un poquito más de luz, y tú eres una de ellas. Como dice la canción: "God must have spent a little more time on you." Tal vez nunca podamos platicar, como me encantaría hacerlo, por éso aprovecho para decirte que no desistas, no permitas que el mundo ni lo que él ofrece ganen ni una batalla en tu corazón. Eres tan valioso Santiago, tan valioso para el Corazón de Jesús. Probablemente no lo notes, no notes el valor que tienes; sin embargo, tienes una enorme responsabilidad. Eres una vela Santi, una velita que debe alumbrar. Dios te bendiga siempre, Santiago.
ResponderEliminarPues bueno, supongo que tendrás buenas razones para no hacerlo...pero de todos modos, gracias por todo ese comentario. Como dije, me motiva y me inspira, pero no sólo para seguir escribiendo, sino para tener fuerzas día a día en la vida. Todo eso que has escrito significa mucho para mí, quizá más de lo que piensas, y te agradezco de todo corazón. Y pues si cambias de opinión y quieres decirme quién eres, aún me gustaría saberlo...
ResponderEliminarHace casi un año te escribí esto y te sigo en cada entrada. Yo soy quien te pide tu correo, ojalá y puedas dármelo. Continúa en tu velero, Él lleva el timón.
ResponderEliminarTe quiero, Santiago. Te quiero. Te quiero como se quiere un descanso entre tanta preocupación. No te quiero como se quiere a un hermano, a un amigo, a una madre o a uno mismo. Yo más bien te quiero. Te quiero como se quiere un poco de agua en medio del cansancio. Te quiero como se quiere la paz en tiempo de guerra, o como se quiere una fogata en una noche fría. No te quiero como un amante, o como un fugaz enamoramiento de juventud. No. Yo más bien te quiero. Te quiero tanto como se puede querer. Así te quiero, Santi.