Reflexiones democráticas

Hoy en día y en este país, vivimos, por mil razones que no vale la pena comentar, en una democracia (supuestamente, claro). La democracia es considerada por muchos como un triunfo de la razón, como un triunfo de la libertad. En una democracia utópica, cada hombre, cada mujer, cada niño y cada anciano tiene el mismo derecho a decidir cómo quiere ser gobernado; todos tienen, más aún, la obligación de ejercer esta capacidad para el bien de la sociedad. En una democracia utópica, todas las personas son iguales ante la ley; absolutamente todos tienen derecho a vivir, a expresarse, a ser libres...en una utopía de democracia, todos somos el rey.

"Si hubiera una nación de dioses, éstos se gobernarían democráticamente; pero un gobierno tan perfecto no es adecuado para los hombres," dijo Jean-Jacques Rousseau. Y es que muchos hombres no son aptos para la democracia. Por ejemplo: normalmente, los padres toman las decisiones por sus hijos pequeños. Y esto es natural, porque todos sabemos que un niño de tres años no tiene ni la más remota de idea de qué cosas pueden llevar a su bien y al de los demás y qué cosas pueden perjudicarlo. Para él, lo mejor puede ser ver la televisión todo el día mientras traga dulces, pero sus padres saben que no es así. De igual manera, muchas veces en un país la mayoría de los habitantes son como esos niños pequeños que no saben absolutamente nada de política ni de economía y que ni en sueños pueden decidir el rumbo de las millones de personas que conviven con ellos en el territorio nacional. Entonces, ¿es lógico que todos estos ciudadanos gobiernen también al país? ¿Cómo puede ser que gente que no puede gobernarse ni a sí misma pretenda gobernar una nación? No digo que no todos tengan derecho a expresar su opinión, claro que no; pero no todos tenemos el conocimiento necesario para gobernar, y por ende, no todos podemos participar realmente en el poder.


Si el nivel de educación, de cultura, de madurez, de responsabilidad y de demás valores fuera suficiente, ¡por supuesto que la democracia sería la mejor opción! O tal vez una anarquía, en la cual lo único que rigiera a cada hombre fuera su propia conciencia...Hoy por hoy, aquí en México, la verdad es que no es el caso (y no creo que lo sea en ningún país del mundo). Por lo tanto, en esta situación, lo mejor sería una aristocracia, creo yo. La aristocracia es un sistema de gobierno en el cual LOS MEJORES son los responsables del país. Sin embargo...¿hay manera, hoy, de seleccionar a los mejores y de otorgarles a ellos las riendas del país? ¿No sería aún más peligroso, darle todo a unos cuantos que no sean los mejores y que, en cambio, se aprovechen del pueblo? El gobierno debe servir al pueblo, no servirse de él, pero esto es tan difícil de obtener...¿ha habido algún gobierno en toda la historia de la humanidad que lo haya logrado?


Para aquéllos que se lo preguntan: no, no tengo soluciones. Por eso titulé la entrada "Reflexiones...", porque no son más que eso. Si le sirven a alguien, muy bien, y si no, también. Sólo fue una especie de desahogo, unos pensamientos utópicos que no caen mal de vez en cuando. Lo que sí sé es que el cambio que hace falta para lograr esta utopía está en la educación y en los valores: en el respeto, en la responsabilidad, en el buen uso de la libertad, y en el Amor.