He tratado de encontrar mi Musa en las praderas,
en las flores, en el campo y en las nubes.
He intentado escuchar sus hermosas letanías
en los susurros del viento que agita mis horizontes.
He querido que me sople una canción
con la música de las azules olas que rompen en la arena,
que me de pistas de mágica inspiración
en las hojas otoñales que caen con delicadez tierna.
He buscado a mi Musa en un millar de atardeceres
para que insinúe a mis oídos una nueva melodía,
para que me recuerde de los inmaculados placeres
que da el perfume de una rosa a mediodía.
En vano escruté las estrellas con los ojos,
y sin éxito escuché el murmullo del agua:
no había Musa, no habían ecos, no habían cantos...
Vacío inmenso, donde todo ya era nada.
Y es que sólo tú, niña mía, eres mi Musa,
a pesar de los errores cometidos y olvidados.
Sólo tú mueves mi alma cuando se halla más confusa:
desentierras y embelleces de mi vida los recuerdos.
¡Que no me canten nunca más las estrellas
si la luz de tu mirada puede iluminar toda mi vida,
y que callen los ríos y las mareas
si tu voz me va guiando paso a paso por la senda!
¿Para qué quiero una rosa si tu mano
es más suave, y es más dulce su perfume?
¿Por qué he de buscar en un sol tan lejano
la luz que emana de tu rostro y me consume?
No necesito un bosque que me diga sus secretos,
pues tus ojos y tu sonrisa hablan más claro y sin palabras.
No oigo ni al mar ni a las olas, a sus roces divinos,
porque el eco de tu risa trae más fuerzas y esperanzas.
¡Sólo tú, y toda tú! Porque un roce de tu mano me da gloria,
y un silencio sostenido en soledad me es el mundo.
¡Eternamente tú! Porque a pesar de todo en nuestra historia
verte me colma de amor, de amor profundo.
No te alejes de mí nunca, niña mía, ¡te lo ruego!
Eres mi vida, y sin ti yo no soy nada.
Deja que bese con cariño tu mano, y luego
miremos juntos al futuro, a lo eterno, mi voluntad a ti atada.
en las flores, en el campo y en las nubes.
He intentado escuchar sus hermosas letanías
en los susurros del viento que agita mis horizontes.
He querido que me sople una canción
con la música de las azules olas que rompen en la arena,
que me de pistas de mágica inspiración
en las hojas otoñales que caen con delicadez tierna.
He buscado a mi Musa en un millar de atardeceres
para que insinúe a mis oídos una nueva melodía,
para que me recuerde de los inmaculados placeres
que da el perfume de una rosa a mediodía.
En vano escruté las estrellas con los ojos,
y sin éxito escuché el murmullo del agua:
no había Musa, no habían ecos, no habían cantos...
Vacío inmenso, donde todo ya era nada.
Y es que sólo tú, niña mía, eres mi Musa,
a pesar de los errores cometidos y olvidados.
Sólo tú mueves mi alma cuando se halla más confusa:
desentierras y embelleces de mi vida los recuerdos.
¡Que no me canten nunca más las estrellas
si la luz de tu mirada puede iluminar toda mi vida,
y que callen los ríos y las mareas
si tu voz me va guiando paso a paso por la senda!
¿Para qué quiero una rosa si tu mano
es más suave, y es más dulce su perfume?
¿Por qué he de buscar en un sol tan lejano
la luz que emana de tu rostro y me consume?
No necesito un bosque que me diga sus secretos,
pues tus ojos y tu sonrisa hablan más claro y sin palabras.
No oigo ni al mar ni a las olas, a sus roces divinos,
porque el eco de tu risa trae más fuerzas y esperanzas.
¡Sólo tú, y toda tú! Porque un roce de tu mano me da gloria,
y un silencio sostenido en soledad me es el mundo.
¡Eternamente tú! Porque a pesar de todo en nuestra historia
verte me colma de amor, de amor profundo.
No te alejes de mí nunca, niña mía, ¡te lo ruego!
Eres mi vida, y sin ti yo no soy nada.
Deja que bese con cariño tu mano, y luego
miremos juntos al futuro, a lo eterno, mi voluntad a ti atada.
Acabo de superar "Princesa de Antaño" :S que bonito poema muchas felicidades Santi :')
ResponderEliminaratte: Jeantte