Carta para mamá

Mi queridísima mamá:


Hoy es tu día una vez más. Y es tu día más que nunca y es tu día de una manera distinta a tus otros días. Más que nunca, porque así será cada día hasta que me muera, pues mientras voy creciendo y madurando más me doy cuenta de cuánto has hecho y sufrido por mí, y me veo obligado a agradecértelo más. De una manera distinta porque Dios ha querido que vivas un día de las madres con tu mamá en el Cielo. Y si para mí es duro eso, no me imagino cómo lo es para ti. Sé también que no hay absolutamente nada para cambiarlo, pero quizá el reiterarte mi cariño y mi presencia a tu lado lo haga más fácil.


El amor de una madre ( o de un padre, naturalmente, así que esto es para ti también, papá...) es una de las expresiones más puras y verdaderas del verdadero significado del Amor. En realidad, es casi lo mismo, aunque en una escala menor, y eso sólo porque nada humano puede ser infinito. Nadie está allí de una manera más sincera que una mamá, nadie puede decir palabras que nos den tanta serenidad como las de nuestra madre, nadie nos conoce mejor, nadie nos regaña con más acierto, nadie nos acaricia con más afecto, nadie nos mira con tanta ternura...en realidad el amor de una madre es inigualable. Es un poco ilógico, además; ¿por qué habrías de pasar noches en vela por mi absurdo miedo a la sombra de un árbol? ¿Por qué has de soportar mis impertinencias, mis berrinches, mis impaciencias, mis tonterías? La única respuesta que se me ocurre es que tú como nadie conoces el verdadero significado del Amor, y estás dispuesta a darlo todo por mí aunque a ti te cueste todo.


Hoy, pues, he de decirte tres cosas muy simples; muy simples pero que encierran dentro de ellas un significado hermoso y profundísimo. Primero, darte las gracias. A veces, ya lo sabes, siento que es un poco superfluo escribirlo o decirlo todo...pero después de todo también es necesario, ¡y gracias a Dios e he dado cuenta de ello! Gracias por todo, literalmente. Gracias por tu tiempo, por tu esfuerzo y por tu ejemplo. Gracias por ser una prueba viviente de que Dios existe, de que Él nos ama, de que es posible vivir la vida en coherencia con su Amor y su Verdad. Gracias. En segundo lugar, me veo obligado a pedirte perdón. Perdón porque, siendo humano, muchas veces he cometido errores que en ocasiones (más de las que quisiera admitir, la verdad) te hacen perder la paciencia. Perdón por no haber siquiera intentado pagarte tu amor con un mínimo de amor. Sin embargo, y con eso paso a la tercera cosa, creo que a veces sí he demostrado con mis acciones de todos los días que te quiero. Debes saber que hago un esfuerzo enorme todos los días para demostrarte este cariño inmenso que te tengo, para hacer que tú, papá y Dios puedan sentirse orgullosos (en el buen sentido) de haber traído a un individuo como yo al mundo. Así que, en resumen, mami: gracias, perdóname...y te quiero.


Regresando a mi primer punto, mamá...recuerda que tu mamá, Abu, está con nosotros siempre. El legado de Fe, de Amor y de Esperanza que nos ha dejado permanece vivo en cada uno de nosotros si nos hacemos el propósito de seguir si grandísimo y admirable ejemplo. Si seguimos este ejemplo, su vida no morirá nunca en nosotros, y habrá valido la pena cada momento de risa, de diálogo y de llanto que vivimos con ella. Ahora ella está feliz, con Dios, y aunque nos cueste aceptarlo a veces, ésta es la realidad, y ella nos cuida desde el Cielo y espera que seamos firmes y fieles y que no nos desanimemos en la lucha. Si hay algo que ella quisiera hacerte saber, y que yo quiero hacerte saber también, es que cada instante de lucha (de vida) vivido a tu lado ha valido la pena.


Te quiero mucho, mamá. Felicidades, y gracias por todo de nuevo...lo dice solamente un niño que busca ser hombre y que se siente orgulloso de llamarte MAMÁ.



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