Ser como niños

Hoy, más que en ningún otro día del año, hemos de recordar a los niños. No sólo si tenemos hermanos pequeños y tal, sino que también recordar por qué a menudo se nos repite que debemos mantener el espíritu de un niño. Creo que hay algunas cosas que son importantes para tener en mente todos los días, y estas características del alma de niño forman parte de estas cosas esenciales. 


Primero, la inocencia. Esto mismo tiene varios aspectos; en primer lugar, lo que tiene que ver con la sinceridad. Los niños dicen la verdad porque no pueden concebir otra opción. De ahí vemos que la Verdad está inscrita en el corazón del hombre y que lo natural es decirla siempre. La sinceridad es una virtud importantísima que, tristemente, ha caído un poco en el desuso. Al ver a los niños, hay que aprender que la Verdad no es simplemente algo que se inventó para facilitar la convivencia, sino que es algo que va de la mano con el simple hecho de ser humano, y que por lo tanto debe permanecer en nuestra alma por toda la vida. Otro aspecto de la inocencia es nunca esperar algo malo de otra persona. Sí, quizá todos nos fallen alguna vez...pero nosotros también les hemos fallado a ellos. Vale más esperar el bien de los otros, aunque se esté expuesto a sufrir, que vivir amargado toda la vida sin confiar en nadie. Ser inocente también es, por lo tanto y en mi opinión, siempre pensar que los demás van a hacernos el bien y así estar dispuestos nosotros a hacer el bien.


Otra cualidad importantísima en los niños es su capacidad de asombro. Los niños admiran y se asombran ante lo nuevo: el sol, la lluvia, el viento, las flores, los animales, las caricias...dicen que el principio de la filosofía y de todo conocimiento fue la capacidad que tuvo un hombre un día de asombrarse. Al crecer, podemos caer en la tentación de convertir a la vida en una rutina absurda y sin sentido. Cada día, sin embargo, es algo nuevo y maravilloso, y hay que vivirlo con pasión; cada día como si fuera el primero, el único y el último.


En resumen: hoy, día del niño, regresemos un poco a ser como niños. Regresemos a la inocencia y al asombro, y vivamos con más ahínco esta vida que de verdad es digna de vivirse.