Otro escalón en la Utopía

En algunas otras entradas, he descrito algunos aspectos que considero importantes para formar una sociedad perfecta. Después de la lectura de un par de libros más, he pensado en otro aspecto que ya había mencionado un poco de pasada pero que no he dejado claro, y creo que es uno de los más importantes. 


Antes que nada, debo dejar claro que mi utopía es teocéntrica, claro. Es decir, el aspecto central y fundamental de mi sociedad perfecta es Dios, es la fe. Y sin embargo, esto se puede malinterpretar y corromper, y se desharía todo el ideal de utopía. ¿Por qué? C.S. Lewis lo describe muy bien en su libro "Mero Cristianismo" cuando escribe que la fe no debe ser un medio para obtener la sociedad perfecta, sino que debe ser el fin que esa sociedad  debe buscar. También el Papa Benedicto XVI en su libro "Jesús de Nazaret" describe el mismo peligro. Entonces lo que hay que buscar es una sociedad en la que cada persona busque la fe y busque a Dios y que como consecuencia actúe de una manera coherente y responsable.


Intentaré explicarlo mejor. Si lo que se busca es aprovechar la religión como un modo de mover a las personas a actuar de cierto modo, se está desvirtuando el concepto de la fe. En primer lugar, porque lo que se pone en el centro no es Dios, sino el hombre. Es decir, lo que se busca no es que nuestras acciones, al estar de acuerdo con la voluntad de Dios, nos guíen hacia una mejor convivencia sino que la religión sólo cuenta como otro modo de mantener la organización del pueblo. Es como si se volviera un elemento más en el "Panem et circenses", cuando en realidad la fe no distrae a nadie de otras cosas importantes; solamente le da una nueva perspectiva a todo. Lo que necesitamos no es gente que prometa paz y tolerancia como una excusa para obtener adeptos. Lo que es indispensable es que gente que viva de acuerdo a la Verdad tome las riendas del poder, que actúe aún en mayor medida en concordancia con la verdad y que sirva al pueblo en lugar de servirse de él. Intentar hacer que la fe sea medio y no fin es convertirla, en cierto modo, en el opio del pueblo. Sin embargo, la fe nunca ha pretendido eso. Lo único que pretende es que el Amor y la Verdad sean el fin de toda persona, y con esto, poder cambiar el mundo poco a poco.


En pocas palabras, cuando aprendamos a que la fe, la esperanza y la caridad formen parte de cada acción que hagamos, el mundo estará más cerca de una verdadera perfección. Y digo otra vez que el ingrediente esencial es la coherencia de cada uno de nosotros.

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