¿Escribir o no escribir?

A menudo (más a menudo de lo que quisiera) me pregunto si todo lo que escribo sirve de algo. No es que me disguste escribir, no...pero, ¿sirve de algo compartir con el mundo lo que pienso? ¿Con qué mundo lo comparto? ¿Cómo sé que las visitas que tengo no son solamente de mis amigos cercanos, que piensan igual que yo de todos modos? Porque si así fuera, no tendría caso que despilfarrara horas pensando en cosas que escribir cuando puedo hablar con ellos en cualquier momento. ¿Qué sentido tiene que escriba?

Después de estas reflexiones un poco pesimistas, siempre llego a la misma conclusión. A mí me encanta escribir, y aunque escribiera para mí mismo, lo seguiría haciendo. Escribir es una manera maravillosa de poner en orden mis ideas y sentimientos, de ver las cosas que hago bien y que hago mal, de examinar los pensamientos de otras personas y de elaborar mis propias conclusiones para aplicarlas en mi vida diaria. Y además, ¿quién sabe? Quizá lo que escribo hace que alguien sonría, o que derrame alguna lágrima, que se vuelva a plantear alguna cuestión o que se disponga a aclarar sus dudas sobre algo...quizá lo que escribo hace que alguien vea las cosas con otros ojos. Y la verdad, con eso bastaría. Con una persona que sonría, que llore, que cambie, que viva...con eso bastaría.

Así que después de este pesimismo pasajero, me viene a la cabeza una misma voz que me dice: "Escribe, siempre tendrás ese quizá. Sé feliz. Vive...porque nunca sabes quién, al verte vivir, puede enamorarse de la vida".