Cançó de Catalunya II - Ègloga

Esta es la segunda parte del poema a Cataluña que publiqué en febrero. La primera parte era como una introducción, como lo decía su nombre, un preludio. En las siguientes partes, que espero ir publicando poco a poco, me enfocaré en aspectos más particulares que admiro de Cataluña. En este, por ejemplo, hablo del campo; por eso le llamé égloga. Obviamente, siendo mi conocimiento del catalán aún bastante limitado, no puedo expresar todo lo que quisiera en un poema, y quizá si lo hiciera en español me saldría mejor. Sin embargo, al hacerlo en esta lengua, es un homenaje adicional a la tierra de mi padre, a esa tierra que respeto y quiero igual que a México. Me siento hombre de estos dos mundos, y como tal, debo actuar por los dos. Extraña "responsabilidad".

II

Un miler de taulades velles, 
un camí que lentament puja,
traçat per l'inclemència de la pluja
i pels passos dels homes, de Déu titelles.

Centelleig daurat del diví blat,
xiuxiueg blau i alegre del riu,
sol poderòs i brillant de l'estiu,
arbre, repòs del viatger cansat...

El temps ja no existeix;
l'inmensitat del cel,
traspassat pel cant del ocell,
es deté davant el paradís que davant els seus ulls neix.

És l'ànima que acull la meva llibertat
i mil cançons i mil danses d'un poble
oblidat, hereu del llinatje noble
de la gent que mai oblida el seu passat.

El teu camp, terra meva,
és l'essència de la teva antiga força
és bastió de la teva esperança,
és la glòria que cada nit es lleva

i que ens fa un jurament
regat per la rosada
de cada flor de la matinada
de ser columna que sostingui el firmament

II - Traducción

Un millar de tejados viejos,
un camino que lentamente sube,
trazado por la inclemencia de la lluvia
y por los pasos de los hombres, títeres de Dios.

Centelleo dorado del trigo divino,
cuchicheo azul y alegre del río,
sol poderoso y brillante del verano,
árbol, reposo del viajero cansado.

El tiempo ya no existe;
la inmensidad del cielo,
traspasada por el canto del ave,
se detiene frente al paraíso que nace frente a sus ojos.

Es el alma que acoge mi libertad
y mil canciones y mil danzas de un pueblo
olvidado, heredero del linaje noble
de la gente que nunca olvida su pasado.

Tu campo, tierra mía,
es la esencia de tu antigua fuerza,
es bastión de tu esperanza,
es la gloria que cada noche se levanta

y que nos hace un juramento
regado por el rocío 
de cada flor de la mañana
de ser columna que sostenga el firmamento.

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