Navidad

Hoy es Navidad. No importa el lugar en el que vivimos, nuestra raza, nuestro aspecto…hoy, para todas las personas del mundo, conozcan o no el verdadero sentido de la fiesta, es Navidad. Yo pienso, o más bien, estoy seguro de que he encontrado la razón real de la Navidad. Quiero compartir con ustedes esta reflexión, fruto de años de contemplación de un mismo evento que sin embargo se me presenta cada vez de una manera distinta.

La Navidad es un milagro y un misterio de amor. Es Amor. Me queda claro que el cómo, el cuándo y el dónde son secundarios. La tradición, claro está, nos dice que en Belén hace 2010 años, pero por mí esto puede permanecer oculto con tal de que entendamos el por qué. Y eso es lo más simple: tomen una Biblia, busquen el versículo 16 del tercer capítulo del Evangelio de San Juan:

“Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Único para que quien cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna.”

He ahí el por qué: el amor de Dios al mundo. Transportémonos a la escena: un bebé, hermoso, frágil, pequeño, tierno…seguramente el niño Jesús lloró como cualquier otro, y sus manitas se abrían y se cerraban al compás de su llanto. Su carita era arrugada como la de cualquier recién nacido, sus ojitos tenían seguramente un destello del amor de Dios que los hacía relucir en la oscuridad de aquella noche hace 2010 años. Cuando la Virgen calmó su primer llanto, Jesús le sonrió. La Virgen, cansadísima, recupero sus fuerzas con esa sonrisa. Al cruzarse sus miradas, se iluminó todo el mundo. Así, con el niño acostado en el pesebre dentro de aquella cuevita, lo vieron los pastores y los Reyes. Y en ese mundo, que como hoy (aunque quizá no tanto), estaba sumido en la guerra, el odio, la superficialidad…allí brillaron por un momento la paz, la calma, el silencio, el amor…Ayer, en la Misa a la que fui, el padre dijo algo muy cierto: tal vez lo que más necesita el mundo es paz. No simplemente la paz de banderitas blancas y de gente pacifista que arroja flores por la ventana, no. Necesita la paz que Cristo predicaba cuando se aparecía a sus discípulos diciendo: “La paz esté con ustedes”. Es una paz que va mas allá de las palabras, es una paz que, como escribe el Papa Benedicto XVI en uno de sus libros, requiere un esfuerzo consciente de la voluntad. Es la paz que viene del amor en nuestros corazones y que se manifiesta en cada acción, por pequeña que parezca.

Ahora, también es importante reflexionar en las actitudes de los personajes de aquel día en Belén.

Primero, Jesús. Pensemos en el lugar en el que nació: era una cuevita con poco más de metro y medio de altura, apenas había luz, estaban rodeado de animales…el Rey de reyes nació así, en pobreza, dándonos ejemplo de humildad. ¿Y esto qué es? La humildad no es hacerse el mártir y querer que todos te consuelen por ser tan bueno y tan calladito…es reconocernos y aceptarnos tal cual somos, sin presumir nuestras cualidades pero trabajando para desarrollarlas y sin decirle al mundo lo malos que somos, sino aprender de nuestros errores y llegar a ser mejor persona. Ser humilde es no desear más de lo que merecemos, que en realidad no es nada, y como tal tratar a las demás personas como iguales, con todo el respeto que merecen por el simple hecho de ser personas.

En segundo lugar, María. El Evangelio de Lucas nos dice que ella guardaba todo en su corazón y lo meditaba. Ella es un ejemplo aceptación del misterio y milagro de Amor sin entenderlo por completo. Así hay que reaccionar nosotros ante las situaciones de la vida, aceptando la voluntad de Dios aunque no la entendamos y no nos guste completamente.

Veamos también a los pastores. Ellos escucharon el mensaje de los ángeles y fueron con Jesús. A veces pasa que con tantas cosas materiales a nuestro alrededor, nos olvidamos de lo que es verdaderamente importante en la Navidad y nos concentramos en los regalos, la cena…Todo esto son cosas que deberían hacernos recordar mejor el verdadero sentido de esta Fiesta tan grande, y no deberían ocupar el lugar esencial. Ojalá pudiéramos estar en este silencio de la contemplación para estar abiertos a recibir el mensaje de amor y de alegría.

Pensemos en esto, por último. Jesús no nos pide más que un lugarcito en nuestro corazón en el que Él pueda nacer. ¿Le vamos a negar esto a un pobre niñito, un Rey, un Dios hecho hombre, alguien que nos dio todo y nos pide tan poco a cambio?

Les deseo a todos una muy feliz Navidad. Año Nuevo aún no, porque espero poder publicar algo acerca de eso también.

Comentarios

  1. Esa Paz de Cristo es la que nos da la certeza de que lo que es verdadero no puede ser destruido y lo que no lo es no existe más que en nuestra imaginación...
    " Señor, haz de mi, conducto de tu paz, para que allí donde haya odio, pueda llevar amor; para que donde haya el mal, pueda llevar el espíritu del perdón; para que donde haya discordia, pueda llevar armonía; para que donde haya error, pueda llevar la verdad; para que donde haya la duda, pueda llevar la fe; para que donde haya el desconsuelo, pueda llevar la esperanza; para que donde haya tinieblas, pueda llevar la luz; para que donde haya tristeza, pueda llevar alegría.
    Señor, concédeme que yo pueda consolar y no ser consolado; comprender y no ser comprendido; amar y no ser amado. Porque para encontrarse hay que olvidarse de si mismo. Perdonando seremos perdonados. Al morir, es cuando despertamos a la vida eterna".

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