Esos Ojos Oscuros

No quiero usar demasiadas palabras para introducir este nuevo poema que escribí; creo que sería uno de esos casos en los que las palabras sobran. Sólo diré que para que el mundo pueda cambiar, es necesario, en mi opinión, que todos entendamos una cosa: todo ser humano es igual en dignidad, y por eso, hay que estar unidos todos unidos por el Amor para alcanzar, como dice el cantante catalán Lluís Llach, nuevos "horizontes de luz."

Esos ojos oscuros

y esa piel de cobre

reclaman un lugar en tu memoria.

Esa boca que añora

algún bocado

exige dos segundos de tu tiempo.

Tú, enterrado en un ataúd

de egoísmo, 

haces oídos sordos a sus rezos.

Encadenado por prejuicios

a la insensatez del orgullo,

los miras con desprecio.

Te olvidas de tu corazón

que late con fuerza, 

cantándole a la vida esa canción

que todo hombre le canta.

Te olvidas que pisamos todos

el mismo suelo,

que las mismas estrellas

velan nuestros sueños,

que el mar azul que nos abraza

les ofrece a ellos también sus brazos inmortales.

Pretendes no darte cuenta 

de que es un mismo Sol

el que ilumina los senderos de todo el mundo,

un mismo viento el que mece

a todo niño, a sus cunas

de madera o de paja o de plata.

Pretendes ignorar

que los gemidos de un niño

son iguales en cualquier rincón del mundo,

que sus manitas se aferran a la vida

aquí, en el polo, en el desierto...

que sus ojos brillan con un mismo amor.

Mira dentro de ti

y recuerda que todo hombre es tu hermano.

Mira las llagas de tu corazón

y límpialas, y transfórmalas

en llamas de un amor inagotable.

Y extiende tu mano

y alcanza las heridas del que sufre

para convertir su dolor en alegría

y su soledad en compañía.

Que tu lengua sea paloma blanca de la paz,

y tus brazos una fuente de consuelo,

y tus pies rápido auxilio para el mundo.

Ten siete billones de cajones en el alma,

y guarda en cada uno un nombre;

que cada noche salga de tu boca

una plegaria que recuerde a cada hombre.

Sonríele a esos ojos oscuros,

y sacia las bocas hambrientas.

Ama, y une al mundo con tu amor,

porque todo hombre es tu hermano.