Lluvia irlandesa

Hoy caminaba sobre el pasto de mi colegio en la tarde, como muchas otras personas, cuando de pronto, ocurrió una maravilla: el viento se hizo un poco más frío y más fuerte, el cielo se oscureció ligeramente y un delicioso olor inundó todo lo que me rodeaba. Sentí entonces el suave golpeteo de unas gotas de lluvia sobre mi cabeza. ¡Eran las primeras del año! Era una lluvia ligera, como irlandesa. Miré hacia arriba y me detuve unos segundos bajo la lluvia, como me gusta hacer cada vez que llueve. Cerré los ojos un instante. Respiré profundamente. Todos conocemos ese olor que tiene la lluvia, esa húmeda profundidad infinita que contiene cada bocanada de aire mojado. Olía también a tierra mojada, a la nueva vida de los troncos de los árboles, a las nubes grises que decoraban el cielo al opacarlo, al tímido rayo de sol que aun se asomaba sobre el mundo...y sonreí.

Sonreí porque pensé que es maravilloso estar vivo. La vida es increíble, de verdad. Tiene tantos placeres pequeñísimos y ocultos, tantas sonrisas escondidas, tanta alegría tejida sobre sus experiencias...¡qué regalo es estar vivo! Algunos dicen que la vida es una mala broma que Dios nos hizo...pues si ésta es su broma no puedo imaginar lo que será cuando lo veamos en serio. Y por el momento, hay que admitir que esta mala broma es inconcebiblemente hermosa. A veces nos amargamos la existencia por cosas que quizá están fuera de nuestro control, o que ni siquiera son malas. Yo digo que simplemente hay que vivir. Hay que fijarse en los detalles que caen sobre nosotros como gotas de lluvia irlandesa, es esos que a veces dejamos pasar. Vivir el presente, como dije en otra entrada, con los ojos puestos en lo eterno (vivir la broma sabiendo que nos espera lo que va en serio). O como dije en otra entrada, vivir...porque no sabemos quién, al vernos vivir, pueda enamorarse de la vida.

Es bueno caminar bajo la lluvia de vez en cuando...

Comentarios