El Megáfono de Dios

"Dios nos murmura a través de nuestros placeres, nos habla en nuestra conciencia, nos grita a través de nuestro dolor; es su megáfono para despertar a un mundo sordo."
-C.S. Lewis.


A nadie le gusta sufrir, eso está claro. Y sin embargo, cuando vivimos, cuando amamos, estamos expuestos al dolor y al sufrimiento. Sufrir es como un efecto secundario de la vida; es imposible, diría yo, permanecer siempre estoicamente impasible ante el sufrimiento, propio o ajeno. Y sin embargo, tampoco podemos quedarnos en un letargo eterno, lamentándose sin cesar de lo que pudo haber sido y no fue, de que nos duele el pie, de nuestra soledad, de cuán incomprendidos somos...es necesario ver al sufrimiento como algo natural, sí, pero también como una oportunidad para crecer. Es más, como está escrito al final del libro de C.S. Lewis "El Problema del Dolor", es una oportunidad para el heroísmo. 


Un primer punto que tenemos que contemplar es el siguiente, plasmado por el escritor George Macdonald en una frase: "El Hijo de Dios sufrió hasta morir, no para que los hombres no sufrieran, sino para que sus sufrimientos pudieran ser como los Suyos". Con esto podemos ver que el sufrimiento es una realidad que va a estar presente en nuestras vidas; lo que depende de nosotros es la manera en la que lo vemos o lo orientamos. La frase de Macdonald quiere dejarnos claro que si le damos ese giro de Amor al sufrimiento, éste puede valer la pena. Hay que encontrarle, además, ese sentido personal al sufrimiento personal; buscarse una cosa por la cual valga la pena sufrir. Pueden ser infinidad de cosas: Dios (principalmente, claro), nuestra familia, la persona de la que se está enamorado, nuestros amigos, nuestros ideales, el mundo...lo que sea, el punto es encontrar una razón que aligere nuestra carga, y que la haga más ligera por el Amor.


Hoy en día, cuando se exalta sobre todo el placer personal, el concepto de sacrificio ha quedado casi únicamente relegado a ascetas locos que no saben lo que es vivir. Ese es lo que el mundo trata de imponernos. Quieren hacernos olvidar que una buena parte de la esencia de cualquier relación humana ha de ser el sacrificio, el buscar el bien de la otra persona sobre el propio. Amar duele, sí, pero la recompensa de pequeños sacrificios cada día nos llevará a la plenitud. El sufrimiento es también un medio (aclaro, medio, no fin) para acercarse más a Dios y para fortalecer la voluntad. Cuando se renuncia a algo por Amor, esta misma renuncia se convierte en una felicidad más grande de la que se esperaba obtener del objeto que se deseaba. He ahí la grandeza del sacrificio.


Por último, el sufrimiento es una oportunidad para amar. En la entrada pasada dije algo parecido sobre la muerte, que es una de las cosas que más sufrimiento nos causa. Al ver el sufrimiento de las personas que se quieren, o aún más, de cualquier persona, cualquier corazón humano se conmueve hasta lo más hondo. Es inevitable, creo yo. El sufrimiento nos mueve a darnos a nosotros mismos para aliviar en la medida de lo posible el dolor. Para usar de nuevo palabras de C.S. Lewis: "Cuando se debe de cargar con el dolor, un poco de valentía ayuda más que mucho conocimiento, un poco de cariño humano más que mucha valentía y el más mínimo trazo del amor de Dios más que ninguna otra cosa." 


Dios nos está gritando, nos llama sin cesar para que salgamos de nuestro egoísmo y extendamos una mano de compasión y de amor a todos los que no rodean. No dejemos que su grito se ahogue en la inmensidad del sufrimiento del hombre; pongámonos de pie decididos a amar, a aliviar el sufrimiento

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